Dialogando
En un antiguo artículo que titulaba mis diálogos con… (no recuerdo con quien)y la poesía que hoy coloco de nuevo, han sido esta semana motivo de un intenso diálogo bajo la sombra de un árbol, diálogo sobre la eternidad, la ficticia eternidad, de los humanos con su naturaleza “actual”(acaso estoy anticipando mi postura para otros diálogos). Resumo como defendí mis teorías, sin entrar en algo que considero vital, que no dudo que cualquier otro fin de semana saldrá a colación, se trata de la yoicidad y los estados sicóticos.
En un hermoso libreto de arte y ensayo B. Williams cuenta la vida de la protagonista de la ópera Emilia Mikropoulos, tiene 342 años, conseguidos , gracias a un bebedizo con varias dosis de elixir de la inmortalidad preparados por su padre médico.
Llena de hastío , indiferente a los deseos , rechazó una segunda dosis y decide morir: sus razones para vivir responden, dependen y han dependido en sus 342 años de sus deseos que a medida que pasan los años degeneran y se hacen aberrantes y estereotipados, y aun así ya no la satisfacen; dar y volver a dar las mismas vueltas a la vida , sin poder generar deseos extra-vitales, está harta de sí misma, y llega al vivo deseo de morir.
El deseo nuevo, la nueva opción, está muy vinculado a la duración de a vida.
En la vida humana , pàra que sigan prevaleciendo los deseos, estos no se han de repetir indefinidamente.
Realmente concebida la vida así y solo así, la inmortalidad tiene más que ver con una vida un poco más larga, pero variada que permanecer eternamente vivo.
Siempre pongo el ejemplo de hacer el amor con mi amor, con otro amor, con cualquier otro nuevo amor, después de hacerlo mil millones de veces , aún queda toda a eternidad ¡Tú verás!.
La muerte suele ser general causa de tristeza, pero sin muerte sería muy pobre la vida, tal vez no hubiese razones para seguir viviendo.
Otra cosa, otro aparte, es la realidad que consumo en una yoicidad sin tiempo.
No obstante mis criterios os dejo las lúgubres y sentidas palabras de Miguel de Hunamuno.
“”No quiero morirme, no,ni quiero quererlo , quiero vivir siempre, siempre, siempre, yo que me siento ahora y aquí, por eso me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia””””
¡Y digo yo!: Solo quiero tuyosear, transcender , llenar mi alma en la tuya propia alma mía””
Aún asi y a todo lo que me resta por decir, es preciso ser consecuente y saber que todo tiene un sentido subjetivo y muy particular el valorar cuando la vida es demasiado larga o demasiado corta, la calidad de la misma vida, en el momento en que te lo cuestionas, ese momento debe ser determinante para decidir sobre la brevedad longevidad de la vida incluyendo en la calidad valores físicos, mentales, espirituales y deseos aún perseguidos.
Mi vida no es lo que hasta hoy me ha sucedido con constancia en los anales de mi historia, es mucho más que no está escrito como : lo intuido, lo pensado, lo deseado lo re-creado, lo soñado, lo convivido, el sentir tus tristezas, el sentir tus alegrías , es también “vida mía”.
Hay un valor que condiciona de forma especial: el haber aprendido que uno nunca puede ser feliz, sino que a veces,¡muchas veces, muchas! Estás feliz y que añade valor por que da autoestima.
andré
Título: ¡Haz también una mujer y que me ofrezca la manzana!.
é