miércoles, junio 02, 2010


De la doctrina al fanatismo

En esta vida, todos nos atenemos a una ética, y  a un derecho derivado, de la conciencia mítica, un derecho natural , al que se le adhieren o recortan normas ,concretas, pero por mucho que se quieran razonar, son nuevos atisbos míticos modernos , metafísicos, puesto que la metafísica atiende y entiende, no solo las últimas  causas y primeros principios de todas las cosas, sino que en su vertiente más epistemológica, intenta hurgar en la propia naturaleza del ser.
La creencia en objetivos, ideales, éticas, siempre han dividido  a la humanidad; estas intuiciones morales o creencias, han sido las causas de las más tristes experiencias humanas .
La insidia contra cualquier concepción moral opuesta a la propia, se convierte,  en una justificación divina, para llevar a cabo actitudes humanas al límite de sus instintos más bajos, que van más allá de la depredación, al tener como único fin, aniquilar a los portadores de otra moral.
Cuando se dividen o reparten las conciencias humanas por adoctrinamiento, cada grupo se atribuye no solo la autenticidad, sino la exclusividad en el más penoso fanatismo.
Si damos a nuestra moral, un valor universal (natural), obtendremos una moral amplia, en que todos tenemos no solo cabida, si no que convertimos a los demás en lo  único importante y cualquier anhelo humano será entendido por ser parte del hombre, que entre hombres, nada tiene encima y nada debajo,  , (vuelve a aparecer mi vena de sincretismo), las pasiones morales hay que juzgarlas sin prejuicios , sin adoctrinamientos, una actitud de amor hace separar todas las barreras
El fanatismo es insidioso, y se presenta solapado como un ideal, con una visión no solo confusa , lo que es peor aun con una visión muy limitada.
Solo si excluyes de tu mente todo tipo de prejuicios, haciendo al individuo libre y conviertes en el " leit motiv"  de tu vida: la tolerancia , la comprensión , la universalidad; solo así estarás en condiciones de sentirte prójimo, y será fácil el amar a los otros
A mis chicos.
André de ártabro

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